No importa qué esté pasando en nuestra vida, siempre nos quedará el cine
“El cine es como una enfermedad. Una vez que llega a tu sangre, controla todo tu cuerpo. Se apodera de tu mente. El antídoto para el cine es más cine”, dijo alguna vez Frank Capra.
Nació como una simple atracción de circo. Los Hermanos Lumière, científicos y no artistas, tal vez jamás previeron en lo que el cine se terminaría convirtiendo. Hoy, a casi 128 años de su invención, podemos decir que es el séptimo arte – como lo describió Ricciotto Canudo – la unión de todas las artes. Pero es mucho más que eso.
El cine, aquella danza entre luz y sonido; fotografías que imitan el movimiento acompañado de poesía sonora que crea imágenes, significados, escenas, narración: la vida misma.
El expresionismo alemán, el formalismo ruso, el surrealismo español, el cinéma vérité, el neorrealismo italiano, la Nouvelle Vague… Tantos movimientos y escuelas cinematográficas hermosas que han formado el cine que conocemos hoy.
Una película puede hacer cambiar, pensar, sentir a la gente. Como Ciro Guerra hizo pensar con “El abrazo de la serpiente”. Como César Acevedo hizo un retrato de lo que somos como cultura con “La Tierra y La Sombra”. Como Sergio Cabrera hizo pensar con “La estrategia del caracol”. Como Luis Ospina y Carlos Mayolo hicieron un retrato del audiovisual latinoamericano con “Agarrando pueblo”. Como Ingmar Bergman y François Truffaut conmovieron hasta las lágrimas con muchas de sus películas. Como todas las risas, chistes intelectuales, personajes y películas de Woody Allen. Como la huella y el legado que dejó Jean-Luc Godard y todos los Cahiers, una que quedará impregnada en la historia del cine por siempre.
Porque no importa qué esté pasando en nuestra vida, siempre nos quedará el cine. Siempre podemos refugiarnos en la oscuridad de la gran pantalla, donde una nueva película siempre existirá para maravillarnos, aislarnos, transportarnos, y llevarnos al maravilloso mundo cinematográfico que siempre nos hará soñar.
Cuando la vida es dura, no hay como una buena historia para sacarnos un rato del abismo.
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